P. Enrique Montes: "La oración de los mártires en el cielo es el medio que Dios elige para poner fin al mal"

20 de octubre de 2017

Entrevistado por el programa "Tras las Huellas del Nazareno" de H&M Televisión este sacerdote enraizado en tierra de mártires convoca a "unir nuestras oraciones con las oraciones de los mártires".

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El P. Enrique Montes es un misionero del Instituto del Verbo Encarnado. Nació en Argentina y lleva dieciséis años misionando en distintos países de Medio Oriente: en Tierra Santa, Jordania, Egipto y, finalmente, desde el 2 de noviembre de 2015, en Bagdad (Irak).
 
Padre Enrique era consciente de los riesgos de esta misión y las complejas situaciones que enfrentaría en la capital de Irak. Hasta allí habían llegado, en agosto del año 2014, después de una precipitada huida, escapando del Estado Islámico, unas 120 familias cristianas procedentes de la Llanura de Nínive. Llegaron con lo puesto, pero firmes en la fe. Eran el rebaño del sacerdote misionero…
 
Cuenta el sacerdote que cada familia tenía asignado un “contenedor” como residencia familiar: “El contenedor tiene, por un lado, la cocina y, por otro lado, las habitaciones. Las habitaciones se transforman en comedor, y luego se vuelven a transformar en habitaciones para que los habitantes del contenedor puedan dormir”, puntualiza.

Rezar, ofrecer penitencia, ayudar
 
El campo de refugiados se encuentra, en una ciudad atormentada por una media de veinte atentados diarios. ¿Quiénes los cometen? El sacerdote del IVE denuncia: “Es el mismo Estado Islámico quien produce los atentados en Bagdad. Quitarle el territorio al Estado Islámico no implica destruirlo. Ellos seguirán con su guerra, atacando no solamente en Siria, en Irak, en Nigeria y en otros países de África. Nadie habla sobre Nigeria y, sin embargo, es el lugar donde más mártires se están produciendo de la Iglesia católica. El Estado Islámico también quiere que sus miembros, distribuidos no solamente en Medio Oriente sino también en Europa, ataquen todos los países donde puedan hacerlo”.
 
A lo largo de estos tres años acompañando a los refugiados, el sacerdote cuenta que más de veinte familias han abandonado el país. Del resto, casi el 80% son de Qaraqosh. El 20% restante fundamentalmente de Mosul y un pequeño número de otras poblaciones. “Las familias de Mosul no quieren regresar a Mosul. Varias de las familias de Qaraqosh… han regresado en estos días, porque ya está totalmente liberada toda esa zona. Sin embargo, no es fácil, porque lo primero que quiere el Patriarca caldeo católico, Mons. Luis Rafael I, es que se asegure la paz y la convivencia entre las distintas religiones que viven en el país, o sea, entre musulmanes y cristianos, pero también entre los musulmanes chiitas y los sunitas. A mí me parece que, en este momento, no es tan viable que la gente que está en Bagdad regrese a Qaraqosh. Ellos están deseosos de volver. Quieren volver. Y nosotros queremos que ellos vuelvan. Es su casa. No es digno que vivan en Bagdad en un contenedor. No es saludable para la misma familia. Muchos de ellos aún no tienen trabajo. Es una vida dura la que están llevando en Bagdad… Tenemos que seguir rezando, seguir ofreciendo nuestras pequeñas penitencias y ayudándolos, ya sea dando a conocer esta situación, ya sea ayudando en el sentido económico”.
 
El P. Enrique visita cada sábado el campamento Virgen María para visitar a los refugiados, ofreciéndoles confesarlos, ayuda espiritual y material. La Eucaristía es celebrada por los sacerdotes de rito sirio-católico también refugiados en el lugar.

Impresiona, dice el sacerdote argentino, la alegría de estos cristianos que lo han perdido todo por Cristo, y por Él llevan tres años viviendo en contenedores indignos de llamarse viviendas: “Algo característico en estas personas es su alegría. Hablar de alegría después de haberlo abandonado todo por Cristo, implica la vida de la gracia. Uno puede reírse, uno puede manifestar una cierta alegría. Pero al no tener a Cristo la alegría es imposible, porque la alegría es fruto de la gracia, y estas personas no solamente ríen, estas personas son alegres, lo cual nos hace pensar que viven la vida de la gracia. Aparte, que haber perdido todo y permanecer con esas sonrisas y con esa alegría, implica que Dios los está bendiciendo y los está fortaleciendo. El deseo de volver a sus hogares incrementa esa alegría, sin embargo es un incremento accidental, porque la alegría y la paz proceden de Cristo que habita en los corazones de ellos”.

El triunfo de la fe
 
El misionero recuerda conmovido a Mariam, la niña que se hizo famosa en las redes sociales por sus palabras de perdón hacia los terroristas del Estado Islámico: “Uno se enriquece con la experiencia de estos cristianos perseguidos. Hemos tenido casos en los cuales los cristianos han manifestado el perdón y el agradecimiento. Es muy famosa esa niña que vive en Erbil, en uno de los campos de refugiados, se llama Mariam. Todos la conocemos, hemos visto videos en YouTube sobre ella, sobre su perdón y agradecimiento. Mi hermano, el P. Luis Montes, quiso conocer a los padres, porque él decía: «Si la niña tiene frases de perdón, y no son frases que le han inculcado para que diga, sino que realmente lo siente, eso se debe a los padres, eso se debe a que alguien puso una semilla en el corazón de ella, y esos son los padres». Fue a ver a los padres y hablo con el papá. Y el papá le dijo que él, antes de la venida del Estado Islámico era un necio. Se preocupaba por su familia, de que fuera a misa y rezaran, pero él decía: «Yo nunca vi al pobre que estaba al lado mío. No lo veía». Él estaba centrado en su familia, en su persona, en sus cosas. Pero en los cristianos que estaban cerca de él y eran pobres, y estamos hablando de Qaraqosh, es decir, no es una ciudad rica, y no lo veía. El pasaba al lado pero no lo veía. Pero cuando Dim, el padre de Mariam, tiene que abandonar todo, tiene que abandonar su ciudad, y se dirige al Kurdistán, primero la Iglesia le ayuda dándole una tienda, dándole un lugar que sería como una casa y, en segundo lugar, distintos cristianos fueron ayudándolo a él y a su familia. Y él decía: «Ellos no me conocen. Yo soy como ese pobre que estaba al lado de mi casa y que yo no veía. Ellos me ayudaron». Y termina con  una frase muy fuerte: «Agradezco al Estado Islámico porque ellos me han abierto los ojos, ellos han hecho que demos». ¿Qué ha hecho el Estado Islámico? El Estado Islámico quiso matarlos y los obligó a huir y dejar todo. Pero él agradece esa circunstancia que Dios le dio por un medio, que fue el Estado Islámico, que fue algo malo  —tener que dejar todo, abandonar todo, dejar su pueblo, su ciudad— pero con eso el comprendió el valor que tiene la caridad, el valor de la hermandad. Jesucristo murió por nosotros y nos redimió. Y Jesucristo nos llamó amigos, nos hizo hijos de Dios, nos dio una Madre, que es María. Y esa es la riqueza del cristianismo que él no veía. Y, a partir de este hecho muy malo, que fue el Estado Islámico, él empezó a comprender de un modo más palpable lo que significa ser cristiano. Y como él tenemos muchos». ..

El Padre Enrique Montes cree que el mal tiene un límite y lo explica: “La oración de los mártires en el cielo, ante Dios, la intercesión continua de los mártires a Dios, es el medio que Dios elige para ponerle fin al mal. Cuando uno recibe una noticia como esta se puede entristecer, pero nunca tiene que desear la muerte o la condenación de los miembros de Estado Islámico, uno tiene que unirse a la oración que están haciendo los mártires en el cielo… Así como Dios le pone un límite al mal, así bendice a distintas personas con la conversión (…) Nuestras oraciones en Occidente… se unen a las oraciones de los mártires, se unen a las oraciones de los cristianos perseguidos, se unen a la sangre de los mártires, y producen nuevos cristianos”.


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