La verdad aunque duela

"Soy gay y me opongo al matrimonio igualitario"

23 de octubre de 2015

El testigo de este artículo, no habla desde doctrina religiosa alguna ni pretende tampoco establecer más verdad que la considerada por generaciones como realidad y que hoy, señala, se pretende trastocar.

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El protagonista de este testimonio, es un norteamericano que tiene 30 años de edad y se encuentra cómodo siendo gay. Entre sus sueños, dice, tiene el poder vivir aquello que sus propios padres experimentaron… la paternidad y una familia. Sin embargo y a pesar de que el matrimonio gay ha sido validado por la Corte Suprema de Estados Unidos hace muy poco, este hombre gay se opone al matrimonio igualitario.

Expuso sus argumentos el pasado mes de abril en una columna publicada en The Federalist. Ahora, tras la decisión de la Corte Suprema, ha ratificado sus dichos. Pero, conociendo las consecuencias que sobre su propia seguridad podría acarrearle el ir contra la corriente, firma con el alias  Paul Rosnick… “Sé que este artículo me hará un blanco de la Gaystapo”, puntualiza.

Paul, quien vive a cara descubierta como gay, señala que existe un “número significativo” de gays y lesbianas que se oponen al matrimonio entre personas del mismo sexo, “y un número aún mayor cuya postura es ambivalente”.

El matrimonio crea vida
 
Es un engaño, agrega, suponer que las relaciones homosexuales son intrínsecamente iguales a las relaciones heterosexuales. “Basta un momento de pensamiento objetivo para darse cuenta que la unión de dos hombres o dos mujeres es un acuerdo drásticamente diferente a la unión de un hombre y una mujer”.
 
Paul apunta luego a que muchos homosexuales y lesbianas no consideran qué es el matrimonio en realidad.  “La gente ha olvidado que la característica definitoria del matrimonio… es la complementariedad sexual de las personas involucradas”. Sobre este aspecto destaca además la implicancia que puede traer dicha complementariedad… “una nueva vida humana”, señala.

Esta capacidad para crear nueva vida es lo que hace único al matrimonio, reflexiona Paul. “No importa lo mucho que lo intentemos, las parejas del mismo sexo nunca seremos capaces de crear una nueva vida”. Redefinir el matrimonio para incluir a las parejas del mismo sexo -alega a continuación- ahoga a esta “noble institución”, a la vez que “perjudica a toda la sociedad transformando al matrimonio, piedra angular de la sociedad, en un anacronismo sin sentido”.

Un buen papá pone a los niños en primer lugar

Este hombre gay, además de exponer la realidad no-procreadora de las relaciones entre personas del mismo sexo, agrega que no son ambientes óptimos para criar a los hijos. “Siempre he querido ser padre. Daría cualquier cosa por la oportunidad de tener hijos. Pero la primera regla de la paternidad es que un buen padre siempre pondrá las necesidades de sus hijos antes de las propias; y cada niño necesita una mamá y un papá. Yo nunca podría perdonarme por dañar a un niño privándole de vivir sin su madre para que yo pudiera cumplir egoístamente mis sueños”. Mucho de lo que hacemos como sociedad -continúa Paul- prioriza las necesidades de los adultos antes que las necesidades de los niños.

“En su esencia -finaliza-, la institución del matrimonio tiene que ver con la creación y el mantenimiento de las familias… las relaciones entre personas del mismo sexo nunca serán iguales a los matrimonios tradicionales… Soy gay y me opongo al matrimonio igualitario”.

 
 
 

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