Testimonio de sacerdote perseguido en Irak: "Yo tengo siempre tres palabras en mi corazón: rezar, perdón y fe"

05 de marzo de 2021

Cuando se vio forzado a huir se llevó lo único que necesitaba: "una cruz, un rosario y un icono precioso de la Virgen. No necesitaba nada más".

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La catedral de la Almudena (Madrid, España) acogió en este jueves, 4 de marzo, la Noche de los Testigos, quinta edición de la vigilia de oración por los cristianos perseguidos organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN España).

"Ante el Santísimo expuesto -según informa el portal de la Arquidiócesis de Madrid, Alfa y Omega-, se mostraban en el presbiterio, como testimonio de esa persecución y a la vez fe en Cristo, un cáliz tiroteado rescatado de una de las iglesias profanadas por el ISIS en Nínive, una cruz proveniente también de esta región de Irak, e imágenes de mártires de los últimos años".
 
De Irak precisamente es el padre Naim Shoshandy, el primero de los tres testimonios que se pudieron escuchar en la Almudena.


 
“Para vivir como cristiano –comenzó el sacerdote– yo tengo siempre tres palabras en mi corazón: rezar, perdón y fe”. Y añadió con plena certeza que “Dios nunca está lejos de la persona que sufre, y que está entre los cristianos de Irak”. Una experiencia de confianza en Dios que el padre Nahim ha vivido en los momentos más difíciles de su vida. El primero, el asesinato de su hermano mayor, un día al salir del trabajo en Mosul, tiroteado “por ser cristiano”. Le costó mucho tiempo asimilar su muerte, pero aprendió de Jesús a perdonar. El segundo, la muerte de su padre, el pilar de la familia, a los 57 años de cáncer.

Una cruz, un rosario y un icono de la Virgen



El tercero, el 6 de agosto de 2014, cuando el ISIS entró en su ciudad, Qaraqosh, en la llanura de Nínive, y dio tres opciones a los que no eran musulmanes: convertirse al Islam, pagar el impuesto islámico o abandonarla “bajo amenaza de muerte por la espada”. Miles de personas, explicó el padre Nahim, “salimos de nuestras casas, de las iglesias, con lo puesto, dejando todo atrás, toda una vida”. Abandonaron su ciudad pues “no queríamos abandonar nuestra fe en Jesús”.

El sacerdote cogió tres cosas de su habitación que siempre van consigo: una cruz, un rosario y un icono “precioso” de la Virgen. “No necesitaba nada más”. Huyeron al Kurdistán iraquí, donde la tristeza de dejar su casa –“vivíamos y convivíamos con los musulmanes”– el miedo al futuro y la incertidumbre fueron dando paso al perdón. “Rezar y perdonar”, repitió el sacerdote varias veces.

“Cada familia cristiana de Irak tiene un drama que contar”, pero en medio de todo el sufrimiento “hemos sentido la mano amorosa de Dios que nos anima, que nos consuela, que nos impulsa a dar testimonio de su amor a nuestros hermanos”.
 
“La visita valiente del Papa al país, que comienza este viernes, 5 de marzo, les lleva a los cristianos … su apoyo y su ánimo. Necesitan una palabra de su padre, y el Papa es su padre”, explicó el sacerdote, que concluyó cantando el padrenuestro en arameo, la lengua de Jesús, que aún se habla en Irak.
 

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