Una joven musulmana se enamora de Jesús al comprender que, siendo Dios "aceptó morir en la cruz por amor"

12 de noviembre de 2019

Ella era una fiel observante del Ramadán, no comía cerdo, sino halal, etcétera; pero en su corazón sentía que "no había nada detrás, no le encontraba sentido".

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Celya nació en una familia musulmana Kabyle (noreste de Argelia), “muy devota de su fe”, señala en el video testimonial que ha grabado para KTO y que puedes ver al final.

Algo conocía también del cristianismo pues su madre alguna vez le había hablado de aquello. “Mamá me decía que Jesús era un hombre bueno, que reflejaba el amor, que había muerto en la cruz, pero no había resucitado, no era Dios, aunque sí alguien importante”.

Buscando la mejor educación para Celya, su madre decidió -contra la voluntad de la chica- que debía estudiar en un Instituto católico. Allí, recuerda la joven, la formación involucraba el humanismo cristiano. “Los animadores pastorales nos hablaban de Jesús y decían que aceptó morir en la cruz por amor a los hombres. Yo pensé entonces: Si Dios puede hacer algo como eso por los hombres, uff, es una locura, es demasiado bueno”.

Se inició así en la joven musulmana un proceso de conversión espontáneo y una mañana a fines del año 2014 despertó con una certeza: Ella también quería ser como ese Jesús de los Evangelios. "Si eso significa ser cristiano, quiero ser cristiana, quiero ser feliz y estar llena del amor de Dios...", reflexionó y confidencia que un Dios amor “no lo encontraba en la religión del Islam”.

Ella era una fiel observante musulmana, practicaba su fe, respetaba el Ramadán, no comía cerdo, sino halal, etcétera; pero en su corazón sentía que “no había nada detrás, no le encontraba sentido”.

Cuando el 2015, se sucedieron una ola de ataques terroristas en Francia, generando un ambiente en nada amigable para los musulmanes, la crisis con su fe musulmana de nacimiento se acentuó. ¿Cómo podría hablar de una fe que ya no la identificaba?
 
Así fue entonces que decidió tomar distancia, reflexionar e intentar encontrar un nuevo sentido para su vida. Comenzó a leer la Biblia y esto le dejaba una sensación de bienestar espiritual que imaginaba era el amor de Dios. Así llegó el día en que por primera vez oró a Dios y dirigiéndose a Jesús le dijo: "Si realmente eres Dios, ¿puedes enviar cristianos a mi encuentro para que me den testimonio de su fe y de su encuentro contigo?”

Dos meses después, al salir de la escuela secundaria, vio en la plaza, frente a la iglesia, unos misioneros y sintió que era la respuesta a su oración. Estas certezas interiores le guiaban a querer experimentar más esta fe… “Era como si hubiera una puerta entre Dios y yo; sólo yo tenía la llave para abrirla; abrí esa puerta y Dios estaba allí”.

Celya recibió el sacramento del bautismo en la Pascua de 2019 y el de la Confirmación en junio de este mismo año. Nada mas haber sido bautizada hubo un cambio radical en su ser íntimo que así testimonia:

“Yo vivía estresada, tenía miedo del pasado, del futuro, del presente, era un hándicap para mi vida. A partir de mi bautismo, la paz se asentó en mi vida, mejorando sobre todo en mis relaciones con los demás. Hoy me siento tomada por el amor de Dios, de hecho, ya no tengo miedo de Dios, sino que confío en Él. Ya no temo ni pienso en esas reglas que consumían mi vida, porque Dios es amoroso, es la roca de mi vida”.





 

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